El colchón y la ciencia: avances tecnológicos

Sin embargo, el Renacimiento aportó una nueva forma de entender el mundo en el que la ciencia era el centro del conocimiento. Esto supuso una evolución en la higiene del colchón. Hasta el momento, los rellenos del colchón de origen orgánico se pudrían y se convertían en refugio de insectos y ratas. Precisamente, está documentado que Leonardo Da Vinci se quejó de haber tenido que pasar la noche “sobre los despojos de criaturas muertas” en casa de un amigo suyo. Para evitar que los animales entraran en el colchón se hilvanaron los bordes y se añadieron botones que impedían que el relleno se desplazase. Sin embargo, los problemas de humedad y olor persistieron con lo que el colchón se convirtió en la pesadilla de cualquier durmiente, quien además se levantaba muchas veces con picaduras de estos indeseables compañeros de sueño.

La solución llegó en el siglo XVI de la mano del tapicero real Guillaume Dujardin, quien fabricó el primer colchón de aire de la Historia. Se trataba de una lona encerada equipada con válvulas de aire para inflarlo. Sin embargo, este colchón tenía una duración bastante corta pues era habitual que se agrietase.

 
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