5 trucos para cazar un buen sofá (sin gastarte un dineral ni ser un experto)
A todos nos ha pasado: ves un sofá precioso en una foto, te imaginas ya echándote la siesta... y te entran las dudas. "¿Será cómodo?", "¿Se hundirá a los dos meses?", "¿Me durará?".
En internet hay mucha teoría y palabras raras, pero aquí nos gusta ser prácticos. Llevamos años vendiendo sofás y sabemos que, al final, lo que quieres es que sea cómodo, que aguante el trote diario y que no te cueste un riñón.
¿La buena noticia? No hace falta ser tapicero para distinguir si un sofá merece la pena. Aquí tienes los 5 detalles en los que nos fijamos nosotros (y en los que deberías fijarte tú) para acertar con tu compra.
1. La prueba del "Pellizco" (La tela tiene que tener cuerpo)
Olvídate de los tecnicismos un segundo. Si puedes tocar la tela (o pedir una muestra), haz esto: pellízcala.
Si la notas fina como una sábana, malo. Una buena tela de sofá tiene que tener "chicha". Tiene que notarse resistente al tacto. Da igual si es terciopelo suave o una tela rústica; si al tocarla notas que hay material de calidad y no se transparenta ni se deforma al estirar, vamos por buen camino.
2. El asiento: ¿Te abraza o te traga?
Hay sofás en los que te sientas y parece que te han comido. Y luego cuesta la vida levantarse.
Un sofá de calidad media-alta debe tener lo que llamamos "recuperación".
- Lo que buscamos: Que cuando te levantes, el cojín vuelva a su sitio (más o menos) rápido.
- Por qué: Porque eso significa que la espuma de dentro tiene fuerza. Si la espuma es buena, tu sofá se verá bonito y ordenado mucho más tiempo, sin esas marcas feas de "aquí se ha sentado alguien 3 horas".
3. Las costuras no son solo decoración
Fíjate en los remates. ¿Las líneas van rectas? ¿Se ven hilos sueltos?
Un sofá bien hecho se nota en que las costuras están tensas. Si ves que al sentarte la tela se estira tanto que parece que va a reventar por la costura, cuidado.
En nuestros modelos, por ejemplo, buscamos siempre que la confección sea robusta, porque sabemos que en casa el sofá no es un museo: es para usarlo, para que los niños salten y para vivirlo.
4. Estructura: Lo bueno pesa
Esto es una regla de oro de la abuela, pero sigue funcionando: La calidad pesa.
Si un sofá es sospechosamente ligero y se mueve con un empujoncito, suele ser porque su esqueleto interior es muy básico.
Un sofá robusto, con madera de verdad o tableros de buena densidad, tiene aplomo. Se queda en su sitio. Eso es garantía de que no va a empezar a crujir a los cuatro días.
5. Sé realista con tu vida (y ahorra disgustos)
Este es el mejor consejo que podemos darte. El mejor sofá no es el más caro, es el que encaja en TU casa.
- ¿Tienes gatos? No te compliques con tejidos de trama muy abierta donde puedan enganchar las uñas, por muy bonitos que sean. Busca telas lisas y compactas.
- ¿Sois muchos en casa? Busca espumas firmes y patas robustas.
En nuestra web intentamos explicarte en cada ficha para qué es bueno cada sofá. Porque no queremos venderte el sofá más caro, queremos venderte el que te va a durar.
¿Tienes dudas?
Si después de leer esto sigues sin saber cuál elegir, no te la juegues. Llámanos o escríbenos por el chat. Nosotros te preguntamos cuatro cosas (cuántos sois, si hay mascotas, qué uso le dais...) y te decimos sinceramente cuál es el modelo que mejor te va a salir calidad-precio.