Alfombras de lana

¿Quieres disfrutar de toda la calidez y suavidad de una alfombra de lana bajo tus pies? Como hemos comentado en otras ocasiones, hay alfombras de muchísimos tipos y materiales, pensadas para adaptarse al modo de vida de cada familia. Normalmente, las alfombras suelen clasificarse en dos tipos muy concretos: alfombras de fibras naturales y alfombras de fibras sintéticas.

 
Las alfombras de lana pertenecen a la categoría de alfombras de fibras naturales, junto a las tejidas con seda, algodón, yute y sisal. A la hora de escoger una alfombra para tu hogar, deberás tener en cuenta también la procedencia de las fibras naturales y sus condiciones. No es lo mismo adquirir una alfombra de lana o de seda (ambas de origen animal), que una de algodón, de yute o sisal (éstas, tejidas con fibras de origen vegetal). La calidad y la calidez no será la misma, pero tampoco lo será su mantenimiento y cuidados.
 
En este caso, las alfombras de lana son las que, quizás, más prestigio han tenido siempre. El origen del uso de la lana en la confección de alfombras, así como las técnicas de tejido de las mismas, se remonta a la Edad de Bronce. Es en esta época donde las tribus de Europa del Este y Oriente Medio, situadas en vastas llanuras y zonas de montaña empezaron a confeccionar las primeras alfombras y tapices, utilizando lana de las ovejas autóctonas. 
 
 
Actualmente, se sigue teniendo muy en cuenta el origen de la lana utilizada para fabricar las alfombras y las técnicas que se utilizarán para confeccionarlas. Cuando se habla de ‘alfombras de lana de alta calidad’ es inevitable pensar, no sólo en su dibujo, sus colores, su entramado y urdidumbre, sino, por supuesto, en las materias primas utilizadas. No todas las lanas son iguales, ni resisten igual el paso del tiempo. La lana de mejor calidad es la lana virgen, aquella obtenida de ovejas vivas, recién esquiladas. La pureza del material tiene mucho que ver con las proteínas y vitaminas que tenga el pelo del animal. Si por contra, la lana ha sido extraída de una oveja llevada al matadero, la calidad desciende, porque se trata de material que ya no es fresco y que ya ha perdido muchas de las propiedades que le transmitía el animal.
 
Otro factor a tener en cuenta es la procedencia o zona de pasto de la res. Según los expertos, la lana obtenida de ovejas criadas en un altiplano o en las montañas posee excelentes cualidades, es muy duradera y su calidad es excelente. Sin embargo, no se ha de menospreciar la lana de las ovejas autóctonas de zonas bajas, que pastan en llanuras, pues posee una buena relación calidad - precio y suelen conllevar un trato más humano y respetuoso hacia los animales.
 
En muchas ocasiones habréis visto en las etiquetas de alfombras y mantas que esa lana procede de Nueva Zelanda. Ese tipo de lana, en concreto, es el resultado de una cría de ovejas basada en el pasto en llanuras y colinas, donde la vegetación es abundante y pueden disfrutar de un clima agradable.
 
Las alfombras de lana, por tanto, son la consecuencia de un minucioso proceso de selección de la mejor lana y de unas técnicas de fabricación artesanal, que siguen utilizándose hoy en día, eso sí, actualizadas y mecanizadas. La popularidad de las alfombras de lana trasciende el paso de los siglos, debido a sus fantásticas propiedades y a su indudable valor estético. 
 
Este tipo de alfombras contribuyen, como ninguna otra, a crear un ambiente cálido, confortable y acogedor. Aíslan nuestros suelos tanto del calor como del frío y de la humedad, así como reducen casi en un tercio, el ruido procedente de las plantas inferiores y de la calle. La lana tiende a absorber y amortiguar los sonidos y vibraciones, y a regular la temperatura de la estancia en la que se encuentra. Estas alfombras, además, son muy resistentes al paso del tiempo y fuego, dada la complejidad y densidad de su tejido. La lana anudada o tejida no suele prenderse con facilidad y si lo hace tarda mucho en quemarse. 
 
Por otra parte, las alfombras realizadas con este material tienen propiedades que hacen ellas un complemento ideal para cualquier casa. Por ejemplo, resisten mejor la suciedad (o mejor dicho, la atrapan entre sus fibras), son impermeables y antiestáticas (lo cual hace que no se genere mucho polvo). Estas propiedades hacen de las alfombras de lana, contrariamente a lo que mucha gente cree, las piezas idóneas para decorar una casa habitada por alérgicos al polvo, a la humedad y a los ácaros. Si bien, para mantenerla limpia y acondicionada hay que pasarle la aspiradora con frecuencia, el hecho de que sus fibras retengan la suciedad es toda una ventaja.
 
Sin embargo, las alfombras de lana no están hechas para estar en espacios con un alto índice de humedad, como puede ser el caso de la cocina y el baño. Una alfombra de lana puede resistir la humedad habitual de un dormitorio, de un salón o de un recibidor, pero no someterse a las condiciones de una estancia en la que el vapor y el agua suelen estar siempre presentes. Una alfombra de lana húmeda puede coger malos olores, pudrirse y en consecuencia, estropearse sin remedio. Además, se puede convertir en un nido de insectos, como las polillas.
 
En definitiva, la lana, al tratarse de un producto natural, biodegradable y totalmente renovable, se ha convertido en una materia prima básica para la producción, no sólo, de alfombras, sino también de textiles de todo tipo: textiles para el hogar (mantas, fundas, cojines, etc.) o para moda (trajes, vestidos, suéters o pantalones). La lana es, por tanto, un material muy apreciado por nuestra sociedad, pues no sólo nos abriga desde la antigüedad, sino también, nos ayuda a aislar nuestro hogar y a darle un toque más acogedor y cálido.
 
¿Aún albergas dudas sobre si deberías comprar una alfombra de lana? No pierdas la oportunidad de tener una alfombra bonita, cálida y cómoda con la que revestir tus suelos y decorar tu hogar. Ahora que ya conoces las ventajas de tener una alfombra de lana, puedes elegir con conocimiento qué tipo de alfombra es la que mejor se ajusta a las necesidades de tu familia y de tu hogar.
 
Whatsapp